domingo, 25 de septiembre de 2011

La puerta del viento

Puedo sentir como quiere explotar desde mis adentros hacia el infinito todo el viento de la noche, que como todas las noches sale de un lugar diferente. Ésta vez me ha elegido a mí. Soy la puerta del viento y las estrellas me sonríen.
Las hojas de los árboles me esperan como excusa para cantar sus canciones orgánicas.
Pero, como todos saben, uno no puede ser la puerta sin abrirse. Uno no puede seguir siendo lo mismo después de abrirse. Pero debo hacerlo.
El aire me empuja, me espera y me ha honrado con su elección. Es hora de despedirse de la carne y los huesos. Es hora de decir adiós a todos los amigos y los familiares, a todos los pasajeros de esta nave. Señoras y señores, ¡bajan! Yo me bajo aquí y ustedes siguen.
Ahora es hora del viento dulce. El aire que llevará de nuevo los aromas de la vida a las narices de todas las especies para que puedan olerlos y puedan soñar con todas las vidas que lleva consigo. Respira hondo y salúdanos. Luego vuelve a soltarnos para que vayamos a todos los rincones del mundo. Nadie quedará olvidado ésta vez. Nos llevaremos todas las pestes y la inspiración brotará en todos lados.
Es hora de que la noche transparente y el soplido eterno inunden los corazones con ternura y amor por todo. La reconciliación del arte con el ser. Vuelve la vida de lo imposible. Los sueños son lo real. Aquí se piensa siempre bien porque todo lo pensado se hace real al unísono. Todos construyen la verdad de todos como el agua del océano. Ahora solo somos viento y agua. Por fin el mundo que todos queríamos y no sabíamos pronunciar; lo habíamos olvidado, pero el olvido es cosa del pasado y hoy el futuro y el presente son un solo instante.